El trabajo de los restauradores permite conservar no solo obras de arte, sino también objetos domésticos con valor histórico o sentimental, subsanando los daños que hayan podido sufrir a lo largo del tiempo y asegurando su pervivencia.

En este campo poseo una experiencia muy amplia, que abarca la conservación y reparación de pinturas de caballete (cuadros), muebles de madera, tallas, pinturas murales, retablos y objetos de cerámica y otros materiales.

Mi trabajo comienza con un estudio de la obra que se pretende restaurar, con el fin de determinar su estado de conservación, valor histórico y valor artístico. A continuación realizo una ficha técnica y una sesión fotográfica, que documentan el aspecto y las condiciones de la obra antes del proceso de restauración. Tras este análisis emito un diagnóstico y elaboro un plan de acción detallado. Siguen las labores de restauración propiamente dichas, que constituyen la fase principal del proceso. Por último, una vez restaurada la obra, doy a los clientes unas pautas y recomendaciones específicas para su conservación.